jueves, 26 de junio de 2008

Relato sobre un sueño

Pasillos

Otra vez en el mismo lugar. Las paredes de mármol negro, frías como la noche en curso, me acobijan en el interminable recorrido por estos pasillos. No recuerdo como llegué acá, pero no me voy a quedar para averiguarlo.

Mientras camino por este negro pasillo, pienso en todo lo que tengo que hacer mañana. ¡Tengo hambre! ¿Qué hago acá, perdiendo el tiempo? Comienzo a acelerar el paso. Pero el pasillo no tiene fin. Bueno, si nadie me ve, entonces voy a correr un poco, ya me empiezo a poner nervioso. Sin sentido, corro y lo único que se siente son mis pasos pesados en el suelo negro. Solo eso, ni un sonido más. Mejor me detengo, no vaya a ser que alguien me escuche y vea que no estoy estudiando.

Ya me cansé. No sé donde estoy pero ¡Quiero ir a comer! La frustración por no poder avanzar me invade. Empiezo a maldecir, y las palabras resuenan más profundas en el oscuro mármol que adorna el pasillo. Pasillos sin fin. Bueno, eso creí, porque frente a mi apareció el final del pasillo. Y es una simple pared. ¿Y ahora qué hago? Creí que el final del pasillo era algo bueno, creí que iba a poder salir de este lugar tan bizarro.

Y bueno… No queda otra que volver. ¿Volver hacia dónde? Si no vengo de ningún lado. Además, no tengo ganas de mirar de nuevo hacia el infinito pasillo. Mejor camino de espaldas. Mientras me voy, veo como la pared se va haciendo más pequeña. ¡Da resultado, estoy avanzando! Me emociono y acelero el paso, siempre caminando sobre mis espaldas. Nunca fui una persona con mucho equilibrio, así que era cuestión de tiempo que termine de espaldas al piso con un fuerte golpe. El mármol está frío, pero el pelo gris que cubre mi espalda me protege de él. Me incorporo y encuentro que estoy frente a un cruce de caminos. ¿Cuál tomo?

Dicen que en un laberinto, yendo siempre hacia la derecha se llega al centro. ¿Será un laberinto esto? ¡Yo ya me cansé! Me dejaría caer acá mismo… Pero hace bastante frío y la noche… ¿Y la noche? Miro hacia el cielo, y veo que no hay cielo, está todo oscuro. Hay un techo. Un techo oscuro, alto, no lo puedo alcanzar. Gris, como las paredes de cartón que me rodean… ¿¡De cartón!? ¿Y ahora qué pasó? ¿Dónde fue todo ese mármol negro?

Con mis dientes empiezo a mordisquear la pared… ¡y arranco un pedazo! Con mucho esfuerzo mordisqueo un agujero lo suficientemente grande para poder pasar, aunque mi larga cola queda atascada. Tironeo y logro zafarme, y me encuentro en otro pasillo. Tengo un buen presentimiento, así que me largo a la carrera, derecho por el pasillo. No doblo, siempre derecho. Además, ya lo empiezo a oler, y justo a tiempo, hace tiempo que estoy con hambre.

Recuerdo este pasillo, bueno, yo no, pero mi cuerpo lo recorre como si hubiese estado aquí antes. Doblo a la derecha, sigo, izquierda, otra vez izquierda, ahora sigo, y doblo a la derecha finalmente. Como si estuviese automatizado. No me pregunto por qué, sé que mi recompensa me espera solo a pocos pasos de distancia. Doblo una vez más a mi derecha y lo encuentro: ¡Mi queso! Rápidamente me abalanzo sobre mi amarillento trofeo y le doy un gran mordisco. Ahora es un mal presentimiento el que tengo, pero no me importa, sigo comiendo.

El cielo se vuelve blanco, el techo desaparece, y una mano blanca, enorme, aparece. Con sus largos dedos me agarra por la cola y me separa de mi amado queso. Me sacudo, tratando de zafarme. No puedo. Ya con resignación, relamo los pequeños trozos de queso de mi boca, mientras me encierran otra vez en mi pequeña jaula.

Reflexiones en torno a la figura del periodista y el etnógrafo

Una vez leí que “la etnografía es un instrumento que potencia la mirada del curioso”. Entonces, el etnógrafo debería ser un escritor, un creador de imágenes que muestra los caminos de lo que está más allá de lo evidente. Pero también un ser observador, que se especialice en mirar detenidamente y por largo tiempo, una suerte de místico.

En sí, ambas figuras comparten puntos en común, como la búsqueda del conocimiento acerca de uno u otro tema, para poder lograr una obra o trabajo mucho mejor sustentado en bases reales. Ambos comparten también a la escritura como herramienta fundamental para registrar las experiencias recolectadas. Pero a la hora de plasmarlas, el escritor cuenta con una gran ventaja: la subjetividad. Es libre de introducirse en su propio texto y modificar cualquier aspecto de él. El etnógrafo, en cambio, está sujeto a las reglas de su propia disciplina, y según Geertz, debe presentar sus resultados sin la presencia de la subjetividad del narrador en sus observaciones.

jueves, 22 de mayo de 2008

Citas sobre el Viaje

Narrar el viaje
Ricardo Piglia, en Crítica y ficción, dice que sólo se puede narrar un viaje o un crimen. Me pregunto esto es realmente cierto, si es tan fácil como lo muestra. Encasillar a un texto en una categoría determinada es algo que no termino de entender. Cada texto es único, distinto, y debe ser analizado de manera particular. Al fin y al cabo, la diferenciación, en vez de ordenar, termina confundiéndome cada vez más.

"En definitiva, no hay más que libros de viajes o historias policiales. Se narra un viaje o se narra un crimen. ¿Qué otra cosa se puede narrar?" Ricardo Piglia.

Martín Caparrós, en Larga Distancia, habla de “viajar para contarlo”. Es una reflexión muy interesante sobre cómo el mundo exterior nos lleva a actuar de una manera determinada, nos dice cómo viajar, adónde viajar, qué visitar, qué contar. Esta obligación implícita le quita al viaje su parte fundamental: el disfrute del viajero. No existe un viaje “sin sentido”. Lo cierto es que hay viajes en donde el sentido lo escoge uno mismo, y para uno mismo. ¿Por qué contar todo?

“Viajar para contarlo: el temor de que ya no pueda viajar sin la excusa de un relato futuro. Ese relato como amenaza que obliga a una intensidad de la mirada, que me obliga a mirar lo que no miraría. Y la sospecha de que cualquier viaje sin esa amenaza sería de una levedad insoportable. Que no tendría sentidos”. Martín Caparrós.

Viaje, cuerpo y escritura

Charles Grivel, en Travel writing, sostiene que mediante la escritura, el cuerpo tiene la posibilidad de viajar “hacia allí donde no está”. La escriture permite al ser humano recorrer lugares inimaginables, ya sea fantasiosos o muy lejanos. El lector obtiene la posibilidad de viajar con el autor, de ver lo que vio, de sentir lo que sintió. Uno puede estar en una habitación y viajando por el mundo al mismo tiempo. Es un viaje que se hace de a dos: lector y narrador, juntos viajan y sacan sus propias conclusiones.

“Escribir es un movimiento multifacético del cuerpo hacia profundidades, hacia allí donde no está”. Charles Grivel.

Crónica BAFICI

Experiencia en el BAFICI

El cine independiente tiene siempre un atractivo especial. Por lo general le escapa a los estereotipos de las producciones de Hollywood, y siempre es interesante asistir a experiencias de éste estilo. La visita al Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) como consigna me sorprendió, pues jamás había puesto mi atención en el cine independiente. Inseguro como estaba, decidí llamar a un amigo para no ir solo, y poder escapar al aburrimiento si la película me lo exigía.

16 de abril - Ecstasy of the Angels (Tenshi no kôkotsu)

El miércoles 16 me propuse comenzar con la experiencia, y decidí conseguir un par de entradas para ver “Éxtasis de los Ángeles”, una fábula anarquista del polémico Koji Wakamatsu. Mi amigo Alan me había hablado un poco del tono polémico y transgresor de Wakamatsu, por lo que fue el prácticamente quien eligió la película. Ilusionado por ser el primer día, logré llegar al MALBA mucho más temprano que él. Para pasar el tiempo, mientras lo esperaba, me dediqué a tomar algunos apuntes sobre la gente que se iba acercando para ver la película. Si pensaba que al cine independiente sólo asistía gente “del palo”, rápidamente descubrí mi error. No obstante, noté que la mayoría del público que fue a ver a Wakamatsu (lo comprobaría más adelante) era de alrededor de unos 30 años, aunque los adolescentes también abundaban, pero en menor medida.

A las 14:30 llegó Alan. Quince minutos antes de que comience el film, nos dispusimos a entrar a la sala y acomodarnos lo antes posible. El lugar no tardó en llenar su capacidad (la cual no era muy extensa), y la película no se hizo esperar. Minutos antes de comenzar, mi amigo me comenta que el cortometraje había sido filmado en 1972, dato que me sorprendió en un principio (pues esperaba ver un estreno), pero que luego aprendí a valorar. La película en sí tiene un fuerte tinte anarquista y guerrillero (como pasa con la mayoría de las películas de Koji Wakamatsu, quien fue un yakuza y estuvo preso por un par de años). Tras finalizar, aproximadamente a las 17:10, salí bastante contento. La película me había provocado distintas sensaciones (euforia, interés, un poco de repulsión por la violencia cruda), pero sin dudas salí satisfecho. Mi primer día en el BAFICI había valido la pena.

17 de abril - Violent Virgin (Shojo geba-geba)

En mi segundo día de cine independiente quise probar un poco más de Wakamatsu. Por lo tanto, averigüé y conseguí una entrada en el Cine Atlas Santa Fe. Ésta vez iría sólo (ya que mi amigo no iba a viajar desde Adrogué todos los días a acompañarme. Mientras viajaba en subte, leía en mi libreta de apuntes la información acerca de la próxima película, “Virgen Violenta”. Otra de Wakamatsu, ésta de 1969. Llegué diez minutos antes de que empiece la función, por lo que aproveché para fumar un cigarrillo y observar un poco el ambiente. Sin dudas era muy distinto al del MALBA, el lugar lo permitía. No obstante, vi a varios de los que habían asistido el día anterior a la otra función, pero no me acerqué a ese grupo.

Una hora después del comienzo de la película, ya me quería ir. Por suerte, el film no me hizo esperar, sólo duró 6 minutos más. El tono de ésta película no era similar al de la anterior; ésta era pura violencia, sangre, escenas de sexo que no concordaban con la película. En fin, no me gustó nada, y al salir noté como me invadía la decepción. El viaje de vuelta lo hice caminando, aproveché para fumar otro cigarrillo y analizar la película, pero los resultados fueron negativos: definitivamente, “Violent Virgin” no me había gustado.

18 de abril – “Black Belt” (Kuro-obi)

Decidido a escaparle a Wakamatsu, al menos por un tiempo, me dispuse a elegir otro tipo de películas. No obstante, descubrí que no le puedo escapar al género japonés, por lo que mi próxima película iba a ser “Cinturón Negro”. Ésta fue dirigida por Shunichi Nagasaki, y era relativamente nueva (2007). Supuestamente, se trataba de una “película de artes marciales”, y siendo practicante de karate, decidí darle una oportunidad. Sin dudas quería algo simple, que no me haga pensar mucho; trataba de escaparle al cine cargado de subjetividad de Koji Wakamatsu.

La película comenzaba bien tarde, 00:15 para ser exactos. Si bien estaba un poco cansado por haber cursado varias horas seguidas en la facultad, me obligué a ir. El lugar era, otra vez, el MALBA, y estando a 15 cuadras de mi casa, no me podía quejar. Llegué muy sobre la hora, y pude entrar. Pocos apuntes pude tomar ésta vez, pues noté que mi mente estaba en otro lado, quizás en algún texto por leer de la facultad, o en una salida con mis amigos esa misma madrugada. La película empezó y me obligué a disfrutarla.

A la 1:30 de la madrugada, salí del MALBA muy contento. La película había logrado ganarse mi atención (lo cual es difícil lograr un viernes a la madrugada), y escapó del encasillamiento de “película oriental de artes marciales”. El fuerte trasfondo político e histórico (pero no rozando la subjetividad extrema como Wakamatsu) le daba un tinte especial a la película, y los personajes plasmados representaban muy bien los distintos tipos de actitudes y comportamientos frente a diversas situaciones. Resumiendo, “Black Belt” fue sin dudas la película que más me había gustado hasta el momento.

19 de abril – “The Embryo Hunts in Secret” (Taiji ga mitsuryosuru toki)

El sábado a la tarde le comenté a Alan acerca de mis experiencias con “Violent Virgin” y “Black Belt”. Un poco molesto por haberle criticado una película de Wakamatsu, me recomendó que le de otra oportunidad; al fin y al cabo, “Ecstasy of the Angels” sí me había gustado. Fundamentó que yo no estaba acostumbrado a éste tipo de películas, pero que ahora podía encararlas un poco mejor, más preparado. Decidí entonces hacerle caso, y partí hacia el MALBA, donde proyectarían “El embrión caza en secreto” a las 15:45. Increíblemente, pese a que estoy bastante cerca, llegué muy sobre la hora, y no pude conseguir entrada ni asistir a la función. Bastante molesto con mi impuntualidad, me dediqué a leer la cartelera de proyecciones del BAFICI, buscando algún otro film de Wakamatsu. Luego de unos minutos reflexioné y decidí probar mejor suerte mañana, por lo que crucé Figueroa Alcorta y caí de sorpresa en lo de un amigo, para pasar el rato.

Más tarde recordé que se proyectaría la película de Luca Prodan en un espacio abierto, muy cerca del Abasto. La entrada era gratuita, y tenía ganas de ir, para poder tomar apuntes de otro tipo de público. Lamentablemente, mi plan se vio nuevamente frustrado por un llamado desde mi trabajo, donde me informaron que debía estar un poco más temprano ese día, arruinando por completo mis chances de asistir a dicha función. El sábado terminó entonces sin BAFICI para mí.

20 de abril – “Violated Angels” (Okasareta hakui)

El domingo era el último día de BAFICI, el cierre. Decidí no correr riesgos, y llegué bien temprano a la función, que comenzaba a las 20:00. Mi amigo Alan me acompañaba esta vez, probablemente para asegurar que Wakamatsu se gane mi aprecio, o porque no tenía mucho que hacer un domingo a la noche. Mientras releía los apuntes tomados, que no eran tantos, Alan me hablaba de la película que estábamos por ver: “Ángeles violados”. Me comentó que éste film de Wakamatsu, de 1967, estaba basado en un asesinato real: Richard Speck, un alcohólico violento, irrumpió en 1966 en un edificio donde vivían nueve enfermeras, y las apuñaló una por una. Mientras me contaba esto, yo comenzaba a temer que la película caiga en la violencia fácil y la sangre a chorros. Ya lo había experimentado con “Virgen Violenta” y no me había atraído.

Llegamos al Abasto a las 19:20, cuarenta minutos antes de la función, por lo que aprovechamos para cenar en un local de comida rápida y pasar el tiempo. Regresamos 19:50 y entramos a la sala, en donde nos acomodamos bastante bien. La sala no se llenó, había muy poca gente ese día. En parte fue bueno, porque me pude concentrar más en la película. Pero no me dio chances de tomar apuntes sobre el público (que, a pesar de lo que pensaba, no siempre fue el mismo).

Salimos de la sala poco antes de las 21:00. La película había tenido una duración ideal, una graduación de la violencia justa (teniendo en cuenta que la película contaba sobre el apuñalamiento de nueve mujeres), y no me desagradó tanto. Sin embargo, no fue una gran película, aunque le mentí a Alan para dejarlo contento un rato.

Comentarios Finales sobre el BAFICI

Era lunes. La experiencia del BAFICI me había dejado varias sensaciones, algunas positivas y otras no tanto. El compartir la sensación de “cine transgresor e independiente” me hizo bien, y a pesar de no compartir algunas visiones de Wakamatsu, me pone contento que haya gente como él, que no acepte el sistema tradicional y siempre quiera innovar y revolucionar. No obstante, la película con la que me quedo es “Cinturón negro”, la única que no es de Wakamatsu, porque justamente es lo que yo quería ver: japoneses tirando piñas y patadas. Así de simple.

lunes, 7 de abril de 2008

Una viajera

Mientras trabajaba en la consigna planteada en clase acerca de un viaje significativo para mi, e intrigado por saber cómo debe encararse el proyecto de un blog/diario de escritor, me perdí navegando por varias páginas llenas de blogs. No obstante encontré entre todas ellas una que llamó mi atención. En los weblogs del diario LaNacion.com escribe una joven Licenciada en Comunicación Social (de la Universidad Austral), contando acerca de sus experiencias combinando sus mayores intereses: viajar, conocer y escribir. Me pareció oportuno compartir su blog con los que busquen un ejemplo de lo que se puede lograr si se pone esfuerzo en esta experiencia que es el diario de escritor.

El link hacia el blog es el siguiente:
http://www.lanacion.com.ar/weblogs/mochilera/